...Escuchen -añadió en tono grave-, ¿qué es la derrota? He visto guerras y he visto derrotas. ¿Qué pasa si el vencedor asume el gobierno? ¿A quién molesta? ¿A tipos como yo? -Meneó la cabeza con incredulidad-. Entiendan esto -añadió el comerciante hablando fuerte y animadamente-, siempre hay cinco o seis tipos gordos que gobiernan un planeta normal. Ellos son los que llevan las de perder, o sea que yo no voy a preocuparme en absoluto por su suerte. ¿Y el pueblo? ¿Los hombres del montón? Claro, algunos mueren, y el resto paga impuestos extraordinarios durante un tiempo. Pero todo acaba arreglándose; las cosas se estabilizan. Y entonces vuelve a implantarse la misma situación, con otros cinco o seis tipos diferentes.... *
La campanilla acaba de sonar, y no puede significar otra cosa... todo está
cambiando, como de costumbre, pero ahora más que nunca. Ese brillante sonido
metálico de recepción que tanto tiempo antes estuve previendo con un nudo en el
estómago, y del que aún suenan las vibraciones de los últimos ecos
dispersándose en mi cabeza, era una completa realidad, y su significado se
hacía cada vez más notorio en el mundo que verdaderamente pueden todos
percibir, y no sólo aquéllos que comparten mi abstracta percepción.
Siempre ese sonido, esa
sensación de que las cosas cambian, había sido muy presente en mi fantástico
mundo subnormal, pero creo que nunca de forma tan clara ni prolongada. Era algo
que verdaderamente se me presentaba como una revelación de aquello que quizás
nunca quise en verdad, pero siempre anhelé; ahora tenía la absoluta necesidad
de enfrentarme a este acontecimiento, a un cierre, o lo que significara mi
nueva metamorfosis.
Lo cierto es que ahora todo es
distinto, y me encuentro en un estado algo así como el limbo en todos los
sentidos, sé que ya nada volverá; todo aquello que me ha traído hasta aquí,
quedó en el pasado, y poco a poco sus cenizas se van con el viento que me deja
ante la nada.
Y quiero pensar que quedarán
aún alguno de aquéllos recuerdos guardados en tu memoria, de esos momentos en
que sentía que nuestras vidas pasaban, entre carcajadas y sonrisas de
complicidad, a tal velocidad que yo sentía que sólo un poco más y moriría de
amor. Esos recuerdos que a mí ahora me mantienen con vida. Pero también me
lastiman y hacen temblar de dolor; como el de la tarde de lluvia, cuando sin
que me diera cuenta, aquélla mariposa salió de tu boca, y yo se que no, no
volverá a hacer cosquillas en tu estómago mientas piensas en mí.
Hablando de ti, me doy cuenta
de que en realidad, tampoco vale tanto la pena el atesorar memorias, es tu
propia enseñanza; que siempre puedo dramatizar un poco para mí, pero ante ti
debo ser fuerte, debo controlar toda mi sensibilidad de la que tú careces. Mi alto
grado de conocimiento de tu persona, que ha hecho de mí la pobre loca que
escribe estas líneas, y ha hecho de ti ese hombre inclasificable, que no ha
quedado menos herido en el camino, pero sabe que ya no vale la pena admitirlo.
Nada la vale, en realidad, fueron simples momentos que existieron, y ya llegó
su final.
Creo que es justamente eso lo
que no quiero acepar, se fueron, y no volverán, y tú también te fuiste con
ellos; y cada vez me queda menos de ustedes, algunas migajas, que junto con
aquélla virtud que brilla en mi oscuridad y soledad, me mantienen con vida.
Aquélla imagen tuya inquebrantable, que me hacía sonreír y me daba toda su
fuerza con un simple abrazo, regalándome su comprensión, como todo lo que
verdaderamente necesito para ser yo en el mundo; eso es lo que quedará para
siempre, guardado en el planeta de lo que me ha traído hasta aquí, lo que ha
hecho de mí; bueno y malo, me han hecho crecer, y son lo que soy... por eso
quedarán ahí, con su amor y absurdidad.
Y a pesar de lo que me solías
decir, lo que me solía creer; me doy cuenta que en verdad, puedo leer tu
porvenir, pero las líneas de mis manos se tornan borrosas cuando quiero ver lo
que me espera a mí. Pero no, no me está permitido, simplemente es un torbellino
que me deja ver cómo realmente soy, como realmente estoy desde que te fuiste:
sola, desnuda y cubierta en lágrimas, vagando entre lo poco que me queda, y tu
voz que junto con aquélla campana aún suena en mi cabeza.
Pero sabemos agradecer, a
pesar de lo vivido, eso también lo aprendí contigo. Por eso, mientras te alejas, me dejas;
susurro un “gracias”… porque no puedo decir más. Y es que tú no tienes la culpa de irte, ser
así, sólo querías jugar, y en mis cenizas encontré la sabiduría que me hizo falta
para no creer en ti, aprendí a no creer más en los anuncios de felicidad;
porque sé que yo fui el peor error que pudiste cometer. Pero eso es lo que me
ha traído hasta aquí, es lo que ha hecho de mí la que soy, y en realidad
contigo descubrí que hay muy poca gente de verdad, que sea capaz de
comprenderme y acompañarme, y aunque sea por un instante, cuidar de mí, y ese
eres tú, con quien puedo compartirlo todo, hasta el peor de los sufrimientos,
inquebrantable, como tú me enseñaste; pero de todo eso comienza a hacer ya
mucho tiempo.
Y es que ya no puedo ser
aquélla niña, escondida entre mis gafas de intelectual, mi falda a cuadros y
aquél pequeño libro que tú me prestaste cuando nos conocimos, cuando la casualidad
me llevó a ti, y ahora me aleja. Me echa de ésta realidad, con un simple trozo
de papel, por el que tuve que vivir todo éste tiempo, ésta serie de infortunios
y aventuras, sólo por éste pequeño trozo de papel y la tinta de una firma que
aún está por secar.
Mientras, te escucho cómo me
dices "Ven, acércate. Toma, ésta es tu vida, intenta hacerlo bien!!!"
y sin más, te alejas... Me dejas con mi nueva vida a la vuelta de la esquina, y
todo un nuevo show por montar. Puedo quitarme al fin éste disfraz que necesité
para estar contigo, nuestro telón se cerró; ahora todo será distinto, me
volveré a maquillar, me podré mis zapatos de escapar y seré otra. Aprenderé a
volar...
(ésto fue escrito más o menos el 25 de enero de éste año -bonitas fechas-, y apenas ve la luz... ¿por qué? no sé, pero he decidido rescatarlo de su olvido) [pequeño y super extraño momento de extrema locura y/o lucidez intelectual, vale una tonería que se me ocurrió]:
Creo que nadie puede ser lo suficientemente malo, como para que la muerte sea un castigo; pero sí lo sificientemente bueno, como para que sea una recompensa... n_n
No sé, si es que ya voy aclarándome, olvidándome un poquito de mi nihilismo y recuperando la ilusión; o que después del extremo estado de receso intelectual que suponen más de un mes y medio de vacaciones, he venido a parar a tales divagaciones. El punto es que he estado pensando en la muerte, pero no como algo malo, ya he hablado aquí acerca de ella, y personalmente no me parece algo mínimamente malo...
Creo que aquéllas fantásticas historias de cielos e infiernos que nos contaban de pequeños, que ahora yo me encargo de seguir contando, y que poéticamente palsmó Dante en un célebre libro que no me llama la más mínima atención leer, pueden ser sólo una extraña forma de intentar explicar a los más chicos, y querer entender los más grandes, aquél gran misterio que esconde el supuesto fin de esta vida.
Para empezar, no creo para nada, que la muerte se trate del final de algo, un pincipio quizás... pero un final definitivamente no!! he dicho ya que para mí la muerte es algo así como un cambio de estado; pero... si ni siquiera sabemos lo que somos, lo que queremos, hacia dónde vamos, creo que mucho menos lo que seremos; y aunque me estoy dando cuenta de que es un disparate más grande, y que resulta más complicado de comprender, qué más da... es mi nueva idea!!
Las cosas son demasiado grandes y complejas, absoultas, eso no se me sale de la cabeza, pero... al hablar de que todo forma un solo conjunto... quizás tan absurdo como separar el cuerpo del alma, sea separar la vida de la muerte, y el pasado del presente y el futuro... ¿a qué voy? todo surgió a partir de un tonto silogismo que puede vivir a diario un pequeño niño de nuestro gurpo de catequesis, acompañado de una muy muy muy graciosa, y algo cruel de mi parte, anécdota que no vale la pena contar...
Creo que lo que pasa es que las cosas no tienen un principio ni un final, no vale la pena delimitarlas... el tiempo y el espacio son absolutos!! y no sólo ellos, sino todo, todos nosotros, todo lo que existe... todos pertenecemos a una sola unidad, a una sola verdad, a un solo amor... y talvez el chiste de todo, de esta vida, de la pseudo-muerte, es el intentar darnos cuenta de ésto, que ocupamos un lugar pequeñito y entre todos formamos algo enorme!! sabernos y sentirnos parte de ello... de una forma u otra.
Qizás el "cielo" sea la contemplación del Señor... la realización de ese "camino, verdad y vida" (Jn 14,6) que tanto buscamos
la vida y muerte simples caminos, estados de pureza en este sentido... que están íntimamente unidos y son herramientas para una realización plena.
pd. el pensar, hablar y escribir sobre la muerte, no quiere decir que la desee, ni que esté triste; de hecho, repito, creo que estoy recuperando muchísima ilusión, y las ganas de sonreír de verdad a la vida. =)